Cinco injusticias de la Eurovisión de los noventa (1990 a 1994)

9 Nov, 2020

Después de varias semanas rumiando un nuevo capítulo de escritura en plena temporada baja, el siempre especial mes de octubre me acercó a la idea de un recap sobre algunas de las canciones que considero, siempre adaptadas a su contexto correspondiente y partiendo de la base que para gustos los colores, merecieron mejor trato y suerte en su paso por el Eurofestival durante la década de los 90.

¿Y por qué de los años 90? En primer lugar, porque siempre me apetece debatir y revisar historias sobre la Eurovisión de una década prodigiosa. Para muchos, la mejor cosecha. Sino que le digan a nuestro Blas Cantó, con 29 años ya a sus espaldas, flamante abanderado en Rotterdam y ganador de Eurovisión Online 2020. Por orden de edición (de 1990 a 1999) serán un total de diez canciones seleccionadas que estarán divididas en dos episodios. Aquí va el primero entre 1990 y 1994:

Israel 1990 – Rita – Shara barechovot (‘Cantando por las calles’)

Elegida internamente por la extinta IBA para representar a Israel en Zagreb, Rita obtuvo un decepcionante 18º lugar al sólo obtener 16 puntos. Fue el segundo peor resultado del país hebreo en el certamen hasta ese momento. Una posición que, treinta años después, seguimos sin comprender. Un emotivo baladón que explica la decisión de romper una relación sentimental. La apasionada interpretación de Rita, adhiriéndose con entrega a la canción sobre el escenario, mereció -como poco- un top10. Una de los diferentes ‘atracos’ que sufrió el país hebreo, por cierto.

Noruega 1992 – Merethe Trøan – Visjoner (‘Visiones’)

Tras imponerse al insistente Tor Endresen en un Melodi Gran Prix presentado por la incombustible Elisabeth Andreassen, Merethe sólo pudo alcanzar un 18ª lugar con 23 puntos en Malmö. Un tema con tintes de schlager. Un himno defendido por la simpática artista, arropada por un coro dentro de la propia performance, de la que se recuerda su estridente y aparentemente espontánea carcajada en mitad de la interpretación. En la previa de aquel certamen de 1992, afirmaba el añorado José Luis Uribarri que Visjoner era una de las favoritas. Sin embargo, quedó muy lejos del top10 en un año cuyo nivel musical, precisamente, no fue tan alto para tal desproporcionado castigo. La orquesta fue dirigida por Rolf Løvland, ganador del Eurofestival con Bobbysocks, en 1985, y en 1995 con Nocturne junto a Fionnuala Sherry como Secret Garden.

Portugal 1992 – Dina – Amor d’água fresca (‘Amor de agua fresca’)

Justo un puesto por encima de Noruega, en 17º lugar con 26 puntos, quedó una candidatura agradable, desenfadada y que irradia buenas vibraciones. La añorada Dina, fallecida hace poco más de un año, cuajó un buen directo sobre el escenario tras imponerse en el Festival da Cançao a Rita Guerra. Un tema atemporal, noventero, de los que trasladan buen rollo, te evaden y no pasan de moda. Muy en la línea que después proyectaron Lúcia Moniz y Alma Lusa con buen gusto. No negaremos que puede ser algo repetitivo en el estribillo, aunque en aquel contexto y con el nivel musical de Malmö 1992, tal vez mereció un empujón mayor en la clasificación. Como el siempre esperado por parte de un jurado español, formado entre otros por Isabel Gemio, José Manuel Parada, Bárbara Rey o Pablo Carbonell, que ni siquiera se dignó a otorgarle una sola unidad.

Dinamarca 1993 – Seebach Band – Under stjernerne på himlen (‘Bajo las estrellas del cielo’)

En un año, según dicen, de estribillos fáciles y rápidos de memorizar, repitió por tercera ocasión en Eurovisión el danés Tommy Seebach. Tras sus fructíferas aventuras en Jerusalén 1979 (6º) y Dublín 1981 (11º), regresó en 1993 con una nana dedicada a su hija Marie y previamente rechazada por la DR por temor a que la conocida adicción al alcohol del artista provocara algún tipo de escándalo. Acabó convertida en todo un clásico de la canción popular danesa. Sin embargo, ni la elegancia del tema ni la original e innovadora disposición de él junto a su banda de manera circular sobre el escenario, evitaron un 22º puesto con sólo 9 puntos. Un fracaso con numerosas consecuencias. Desde la eliminación de Dinamarca para 1994, hasta las feroces críticas de la prensa y la mofa social por su resultado. Su adicción al alcohol se agravó y acabó provocando el divorcio con su mujer. La conclusión extraída es que Tommy cosechó el peor puesto con la mejor canción que presentó en sus tres comparecencias.

Reino Unido 1994 – Frances Ruffelle – We will be free (Lonely symphony) (Seremos libres – melodía solitaria)

La artista londinense fue designada internamente como representante británica para Dublín 1994 con un tema seleccionado en un A Song for Europe compuesto por ocho temas y presentado, cómo no, por Terry Wogan. La competencia fue feroz en uno de los festivales de mayor nivel musical de la década y hasta de la historia del certamen, incluso. Posiblemente ese fue el motivo del insuficiente 10º lugar con ‘sólo’ 63 puntos que logró alcanzar. No tuvo opción ninguna a discutirle a Irlanda su triplete -a la postre- que, bajo mi punto de vista, era el sitio que le correspondía a UK aquella noche. Un pulso como en 1992 y 1993, vaya. Sin embargo, nunca estuvo en disposición y ni siquiera luchó por entrar en el top 5. Es curioso que en su día fuera de los peores puestos del Reino Unido, cuando la BBC ejercía como tal, siendo una de las mejores representaciones en su trayectoria en el Eurofestival. Una auténtica masterpiece todavía vigente. De magnífica interpretación en directo, elegante, acompañada por uno de los coros mejor empastados que han pisado ese bendito escenario. Otro de los grandes enigmas de los jurados eurovisivos en un excelso 1994 donde Estonia, Suecia, Países Bajos, Chipre o Suiza, por ejemplo, también podrían haber entrado en este ranking reivindicando mayor justicia.

En el siguiente episodio cerraremos la década con otras cinco canciones que, considero, merecieron una mejor acogida y mayor respuesta por parte de los jurados europeos entre 1995 y 1999. Mientras continúo sin encontrar una sola razón, más allá del atrofiado gusto, para no reconocer que merecieron mejor trato: ¿Qué temas consideras que debieron alcanzar un mejor resultado en el scoreboard durante aquellos maravillosos años?

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