Como lo prometido es deuda y aquí, otra cosa no, pero intentamos ser gente de palabra y cierto criterio, lanzamos el segundo capítulo de este serial noventero. Un recap sobre algunas de las canciones que considero, siempre adaptadas a su contexto correspondiente, merecieron mejor acogida y resultado en su paso por el Eurofestival durante la década de los 90. Después del primer episodio entre 1990 y 1994, llega el turno para el segundo fascículo en forma de lustro (de 1995 a 1999) de esta década prodigiosa, que bien podría servir de ayuda por si algún rezagado -como servidor- ha dejado el ESC 250 para última hora. Y empezamos fuerte:
Israel 1995 – Liora – Amen (Amén)
Después de su eliminación en 1994, a raíz del penúltimo lugar cosechado en Millstreet por el grupo Lahakat Shiru, Israel volvió a la carga en 1995 con la intención de ganar. La bellísima cantante hebrea fue señalada como una de las favoritas la victoria en Dublín, junto a Eslovenia especialmente, al imponerse en la final del Kdam a Dana International y su Laila tov Eropa. Fiel a su estilo religioso, cantando a la paz y el amor, presentó un auténtico himno que injustamente no acabó reflejando las expectativas en el marcador.
A pesar de la excelente interpretación de Liora, arropada por la tan manida como maravillosa fórmula del coro marcial. En un año de altísimo nivel musical, las conclusiones se centraron en el pulso entre España y la ganadora, Noruega. Sin embargo, 25 años después poco se habla del atraco perpetrado al relegar este tema a la octava posición. A la altura del que recibió Frances Ruffelle un año antes en el mismo escenario.
Sin recibir ni un solo punto de España, por ejemplo. Cuando el vínculo entre ambos países siempre ha sido muy estrecho. Y la propuesta encaja. ¿Qué raro, no? Ni siquiera luchó por alcanzar el top 5. Incomprensible. Sin más rodeos, lo digo ya: debió ganar. El único ‘consuelo’ es que, al menos, Amen se convirtió en todo un éxito en el país hebreo.
Finlandia 1996 – Jasmine – Niin kaunis on taivas (Qué hermoso es el cielo)
Llegados a la edición celebrada en Oslo, podríamos hablar de la descalificación de Alemania con el Planet of blue de Leon durante aquella preselección de cassettes a puerta cerrada; del discreto (e injusto) 17º lugar de Lisa del Boo por Bélgica con un schlager inspirador para el magnánimo Thomas G:son; o incluso del gran Antonio Carbonell y su inolvidable ¡Ay qué deseo! Sin embargo, nos quedaremos con uno de los patitos feos de la historia de Eurofestival. Una etiqueta que, en la mayoría de las ocasiones, es justificada por elecciones complejas y difíciles de descifrar. No obstante, bajo mi punto de vista, este no es caso del Niin kaunis on taivas de Jasmine. La autodidacta artista de ascendencia gitana, tras arrasar en la preselección finesa, protagonizó una actuación controvertida en Noruega. Salió al escenario sin maquillar y desmembrando el peinado que le habían diseñado. Detalles que, personalmente, me traen sin cuidado en la valoración final.
Tuvo una leve equivocación al principio, comprensibles fruto de los nervios. El vigésimo tercer y último puesto, con sólo nueve puntos, parecen un castigo demasiado severo para un tema folk sencillo, pegadizo, sin artificios y agradable de escuchar. A diferencia de otras estridencias que perforan tímpanos. No fue la mejor, pero tampoco la peor sobre el Spektrum. Un resultado que provocó una durísima crítica en su país. Hasta el punto de que, en 2009, la televisión pública finlandesa realizó una encuesta para escoger la peor representación del país escandinavo en el Festival y Niin kaunis on taivas fue la elegida. Será por últimos puestos y cero puntos en su trayectoria. Ver para creer…
Islandia 1997 – Paul Oscar – Minn hinsti dans (Mi último baile)
Vaya por delante la reivindicación al representante español más infravalorado de las últimas décadas: Marcos Llunas. El único artista nacional que funcionaría en Eurovisión tras su paso previo por la OT. Un sexto puesto que, lógicamente, supo a poco tras descabalgarse del top5 en la última votación en favor de Chipre. Necesitaba decirlo antes de resaltar la única pieza que no acaba de cuadrarme en la clasificación de la edición de 1997. Y no porque Minn hinsti dans me parezca una canción superlativa, al contrario, más bien floja. Tiene arreglos modernos, incluso adelantados a su época, acorde al videoclip que proyectó el ecléctico Paul Oscar sobre el escenario del The Point Theatre.
En este caso, considero, la injusticia va enfocada al poco retorno que obtuvo, en forma de puntos, la puesta en escena más arriesgada, innovadora e impactante de ese Eurofestival. Actuó en la última posición y obtuvo un discreto vigésimo lugar obteniendo sólo 18 puntos. Curiosamente, 16 de ellos recibidos de tres países que estrenaron televoto y supieron valorarla, a diferencia de los conservadores jurados europeos. Para más inri, su mala clasificación supuso la eliminación de Islandia para el festival de 1998.
Suiza 1998 – Gunvor – Lass Ihn (Déjalo marchar)
De igual forma que Jasmine en 1996 no fue la mejor pero tampoco la peor, esta valoración puede extrapolarse a Gunvor y su Lass Ihn sobre el National Indoor Arena de Birmingham. Además, en este caso, con el añadido de no recibir un solo punto. La joven artista de origen sueco trabajaba como secretaria en el Ministerio de Defensa y como cantante a tiempo parcial en un bar de cócteles. Hasta que en 1998 ganó con holgura la final suiza para Eurovisión con un tema agradable de bonito toque de violín compuesto por el representante helvético en Zagreb 1990: Egon Egemann, alias ‘Huevo Hombrehuevo’.
Se ha especulado si tal fracaso se debió a la introducción del televoto ese año o al escándalo mediático que rodeó a Gunvor. Por el rumor de que había ejercido de prostituta y posado en topless para un fotógrafo para saciar su adicción al lujo. Durante varios momentos de su vida ha sido más famosa por los escándalos mediáticos que por su trabajo artístico. Hasta en 2014 fue arrestada por robo y fraude de seguros. Sin embargo, volviendo a lo acontecido sobre el escenario, encuentro que el castigo es más que excesivo. Musicalmente había representaciones mucho peores como Finlandia, Turquía, Hungría o Francia, por ejemplo.
En una edición de contrastes, especialmente conocida por el éxito de Diva, aprovechando la coyuntura para aupar a la anfitriona Imaani, que mereció conseguir el doblete para UK. Sí. Podríamos haber incluido a la guapísima Jill Johnson para rogar justicia por su insuficiente décimo puesto. O el undécimo de Mihalis Hatzigiannis y su reivindicativo himno. O hasta, si me apuran, el noveno de Dawn Martin para una infravalorada Irlanda en aquella edición. Qué barbaridad de temas merecieron mejor acogida y cuánta sordera en el viejo continente…
*Imágenes de TVE con los comentarios del añorado maestro don José Luis Uribarri. Disfruten.
España 1999 – Lydia – No quiero escuchar
La artista madrileña, a sus 19 años y con varios éxitos a sus espaldas, fue elegida internamente para representar a España en Jerusalén con No quiero escuchar. Una balada pop noventera, bien producida e interpretada sobre el escenario. Fue, curiosamente, la número 800 de la historia del Eurofestival. A pesar de las altas expectativas creadas tras un moderno videoclip, muy acorde a la tendencia del momento, todo se fue al traste.
La actuación fue muy criticada, no por Lydia, que realizó una buena interpretación, sino por la archiconocida vestimenta diseñada para la ocasión por Ágata Ruiz de la Prada, que jugó totalmente en contra. No tuvo fortuna ni para el vestido, una etiqueta que desgraciadamente sigue acompañando, todavía hoy en día, a una buena candidatura. En un año de nivel musical medio. Seguramente no era suficiente para optar al top 5, quizá para merodear un top 10-12 pero, de ningún modo, mereció caer al último puesto recibiendo solamente un mísero punto. A los amigos croatas cabe agradecerles el obsequio que evitó un sonrojo mayor en el scoreboard.
Tampoco mereció tal batacazo Chipre. La gran favorita del fandom durante la previa, entre otras cosas, fruto del bocadillo encajado entre Suecia e Islandia, que le adelantaron para mantener el pulso por el triunfo. La desconsolada Marlain, a diferencia de Lydia, realizó una actuación vocal muy discreta. Más allá de los tópicos y clichés eurovisivos llenos de purpurina que empezaban a establecerse como clásicos. En una edición donde la organización hebrea, durante los días anteriores, se encargó de proyectar sus ganas de destapar un encorbatado certamen hasta la fecha, iniciando un proceso de apertura culminado por la SVT en Estocolmo un año después.
Si aún eres de los que deja los deberes hasta el último día, ya sea por descuido o simplemente por indecisión, como es el caso, sirva de ayuda este listado para desencallar la elección del ESC 250 el último día. Si están, o no, de acuerdo o consideran que hay otras propuestas mejores por reivindicar. Llegados a este punto, ya que nadie alterará los resultados ya perpetrados en el pasado, intentemos compensar de algún modo la retahíla de injusticias subrayadas en estos dos capítulos noventeros. ¡Ay qué deseo… verte ahí!